La baja natalidad y el envejecimiento de la población están poniendo en peligro el crecimiento económico de España. Según un informe del McKinsey Global Institute (MGI), el país enfrenta una transformación demográfica sin precedentes que afectará la productividad, los mercados laborales y la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Con una tasa de natalidad de 1,2 hijos por mujer, España está muy por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 necesario para mantener la población estable. Esto, junto con un incremento en la esperanza de vida, está modificando la estructura demográfica del país de manera drástica. En 2007, el 66% de la población estaba en edad de trabajar, pero para 2050 este porcentaje caerá hasta el 52%.
El informe destaca que la proporción de personas en edad laboral por cada jubilado caerá de 3,2 actuales a 1,5 en 2050, lo que generará una presión sin precedentes en el sistema de pensiones y en las finanzas públicas. Esta transformación podría restar hasta 0,8 puntos porcentuales de crecimiento anual hasta mediados de siglo, una cifra alarmante si se compara con el crecimiento medio del 1,1% en los últimos 25 años.
Los cambios demográficos también impactarán el consumo. Actualmente, los mayores de 65 años representan 2,1 euros de cada 10 gastados, pero en 2050 esta cifra aumentará a 3,1 euros, lo que obligará a las empresas a replantear sus estrategias de mercado. Además, el estudio subraya que el epicentro del consumo y la fuerza laboral se desplazarán hacia regiones emergentes en las próximas décadas.
Según Marc Canal, investigador senior de MGI, los desafíos demográficos de España solo podrán afrontarse con una mayor participación laboral y un incremento sustancial de la productividad. Asimismo, será clave replantear el contrato social entre generaciones y fomentar políticas públicas que impulsen la inversión en tecnología, el ahorro para la jubilación y el envejecimiento saludable.
El informe concluye que los modelos económicos basados en el crecimiento poblacional ya no son viables.