La brecha de riqueza media entre los menores de 35 años y los mayores de 75 se ha ampliado de 50.000 € en 2002 a más de 360.000 € en 2022, lo que implica multiplicar por siete una desigualdad impulsada por la revalorización de los activos inmobiliarios.
El estudio de Fedea Evolución de la riqueza de las familias en España (2002‑2022) indica que los nacidos después de 1986 (millennials) “acumulan menos patrimonio que generaciones anteriores a su misma edad, se enfrentan a mayores barreras para acceder a la vivienda y presentan una tasa de propiedad inferior al 40 %”. En contraste, los nacidos entre 1956 y 1975 han consolidado niveles elevados de riqueza gracias a un contexto de empleo más estable, crédito accesible y fuerte apreciación inmobiliaria.
Los autores del estudio, el catedrático José Ignacio Conde‑Ruiz y el profesor Francisco García Rodríguez, concluyen que, en estas dos décadas, los activos totales se han casi duplicado, si bien ese crecimiento se ha concentrado en los hogares más ricos y entre generaciones mayores.
Según microdatos de la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, la riqueza media de los hogares ha crecido un 80,9 % en términos reales entre 2002 y 2022, impulsada por la revalorización de bienes inmuebles y, más recientemente, por el ascenso de los activos financieros. El 1 % más rico acumula más del 21% del patrimonio total, frente al 13% en 2002.
Los activos reales continúan dominando la composición patrimonial: representan alrededor del 80% del total, aunque en los hogares de mayor riqueza se observa una incipiente diversificación financiera.
El estudio advierte que esta tendencia podría tener consecuencias sobre la equidad intergeneracional y la movilidad patrimonial, pues la limitada capacidad de los jóvenes para acceder a vivienda o al ahorro podría reforzar una “brecha patrimonial hereditaria” que perpetúe desigualdades económicas y sociales a largo plazo.