El II informe sobre contaminación difusa en Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad (IBA, por sus siglas en inglés) presentado este miércoles por SEO/BirdLife advierte de la «presencia generalizada» de 60 contaminantes orgánicos en 28 zonas de este tipo en España, entre las que se incluye el Mar Menor.
La contaminación difusa, señala la organización ecologista, es aquella que procede de una fuente «no puntual» generalmente química pero que afecta a superficies «amplias», con una detección y un control «muy difícil», lo que requiere el desarrollo de un proyecto que permita obtener información científica mantenida en el tiempo.
El trabajo, desarrollado en colaboración con el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) entre abril y junio de 2024, certifica que afecta a «todas las áreas naturales analizadas», escogidas por su representatividad, en distintos ecosistemas de toda España.
Los Picos de Europa (en las provincias de Asturias, Cantabria y León), el Mar Menor (Murcia), el delta del Llobregat (Barcelona), la Albufera (Valencia), Urdaibai-cabo Machichaco (Vizcaya), los llanos de Plasencia (Cáceres), la ría de Arousa (Pontevedra y A Coruña), el Pardo (Madrid) y la sierra de la Cabrera (León y Ourense) son algunos de los IBA incluidos en este estudio.
Sustancias encontradas
«Es una contaminación invisible, por lo que no tenemos conciencia de la gravedad del problema», explica el técnico de la ong Octavio Infante, quien ha precisado que ahora «estamos trabajando sobre algunas especies de gaviota y flamenco para ver cómo les está afectando».
Las sustancias confirmadas incluyen fármacos, pesticidas y compuestos perfluorados (PFAS), conocidos como los «forever chemicals» (químicos eternos) debido a su larga permanencia en los ecosistemas.
Las más abundantes son los fármacos y compuestos de estilo de vida, asociados principalmente a los núcleos urbanos y las descargas de depuradoras, mientras los PFAS muestran concentraciones generalmente bajas en agua pero muy marcadas en suelos y sedimentos.
Residuos de ibuprofeno y paracetamol figuran entre los principales medicamentos encontrados, indica Infante, pero también la cafeína «que no sólo se encuentra en el café sino en bebidas energéticas», así como otras sustancias como las contenidas «en las películas antiadherentes de las sartenes o en las membranas impermeables de la ropa».
Respecto a los pesticidas, aunque detectados sobre todo en el nivel de traza, presentan concentraciones elevadas en determinadas zonas agrícolas. Estos resultados ponen de relieve «la gravedad, extensión y dificultad de control de la contaminación difusa» así como «la necesidad urgente de reforzar el control y la prevención en las estrategias de conservación ambiental».
La directora de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, ha aseverado que la contaminación difusa es «la tercera pata de la crisis ambiental a la que nos enfrentamos junto con la pérdida de biodiversidad y el cambio climático» y sus efectos sobre el ser humano son de tres tipos: «los disruptores endocrinos afectan al sistema inmune; los neurotóxicos, a nuestro comportamiento y un tercer paquete de sustancias, a nuestro sistema reproductor».
A pesar de estos datos, «tenemos buenas noticias porque han bajado bastante las concentraciones de pesticidas respecto al primer mapa de contaminantes que hizo SEO/BirdLife en 2019″, si bien el riesgo persiste porque «la ley ómnibus que se está preparando en Europa quiere reabrir el uso de determinados pesticidas considerados tóxicos», ha alertado Ruiz.
