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lunes, 1 de septiembre de 2025

Página en pruebas. Lanzamiento: 1 de septiembre

Cae una red criminal con base en Cartagena que estafó 25.000 euros a mujeres de hasta 90 años

Dos de los detenidos, de nacionalidad rumana, pernoctaban en Cartagena y actuaban en Alicante aprovechándose de la vulnerabilidad de sus víctimas

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La Policía Nacional ha detenido a tres miembros de una organización delictiva que operaba por toda la geografía española acusados de estafar más de 25.000 euros a personas vulnerables de avanzada edad, habitualmente mujeres de entre 70 y 90 años.

La investigación se inició a raíz de diversas denuncias que seguían el mismo patrón en cuanto al perfil de las víctimas y la sucesión de los hechos. Los investigadores se dieron cuenta de que posiblemente un grupo criminal itinerante se habría afincado en la provincia y estaría operando en la ciudad de Alicante.

Los agentes averiguaron la identidad del hombre y la mujer, así como el modo en que se estarían desplazando desde Cartagena, donde pernoctaban, por lo que establecieron un dispositivo de búsqueda que culminó con la detención del varón y la mujer investigados.

Además de estos dos detenidos, se arrestó a un tercer miembro del grupo criminal, quien hacía las veces de conductor, además de encargarse de llevar a cabo gestiones de logística, como el alquiler de los alojamientos.

Los detenidos, dos varones y una mujer de nacionalidad rumana, de entre 20 y 27 años, acusados de los delitos de estafa, falsificación documental y participación en organización criminal, han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de guardia de Cartagena.

Se aprovechaban de la vulnerabilidad de las personas

Los miembros del entramado actuaban siempre del mismo modo: seleccionaban a sus víctimas entre personas de entre 70 y 90 años, muchas de ellas mujeres, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad. Según las averiguaciones, los responsables de la trama actuaban en dos fases de manera perfectamente coordinada y siempre en supermercados con gran afluencia.

En la secuencia de hechos, los agentes observaban cómo los dos investigados accedían al establecimiento a plena luz del día y por separado, deambulando por dentro del local entre los clientes para seleccionar a sus víctimas cuidadosamente, generalmente basándose en su edad.

Sin embargo, el indicador más importante en el que se fijaban para elegirlas era el volumen de la compra que hacían, con lo que observaban minuciosamente los carros de la compra de los clientes del establecimiento. De este modo hacían un cálculo aproximado del valor de la compra, sabedores de que, si era superior a 50 euros y se pagaba con tarjeta, requería de la marcación del número PIN, siendo este el objetivo de la primera fase de su plan.

Seguidamente, una vez seleccionada la víctima, se situaban en torno a la misma de modo discreto para observar el momento justo de la marcación del número PIN de la tarjeta, de manera que, mientras uno de los autores, casi siempre el varón, hacía de pantalla para ocultar la acción de su cómplice, la mujer observaba cómo tecleaba la víctima los dígitos en el datáfono, quien era totalmente ajena a la acción criminal que se estaba urdiendo en torno a ella.

Según constataron los agentes en sus diligencias, tal era la pericia de la investigada que, aunque no viera completamente el número que marcaba la víctima en el datáfono, la posición de sus dedos le era suficiente para conseguirlo.

A continuación, ponían en marcha la segunda fase de su plan. Los autores seguían a las víctimas caminando desde el establecimiento, hasta incluso los portales de sus viviendas donde, en el momento adecuado y con cualquier tipo de argucia, uno de ellos la distraía mientras otro le abría con habilidad el bolso sustrayéndole la cartera que contenía la tarjeta.

Finalmente, con la tarjeta y el código PIN en su poder, los autores realizaban inmediatamente reintegros en cajeros automáticos o se dirigían a salones de juegos, donde los investigados podían realizar reintegros de efectivo a modo de cajeros automáticos, realizando los pagos con las tarjetas de las víctimas.

De este modo fue como llegaron a perpetrar entre los pasados meses de junio y agosto, hasta nueve hechos delictivos sobre personas de edades comprendidas entre los 71 y los 91 años, a través de los que se hicieron con un botín de 24.845 euros. Llegaron a hacer un expolio en la cuenta de uno de los afectados de más de 6.000 euros.

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