La Unión Europea impondrá definitivamente desde este miércoles, 30 de octubre, los aranceles al coche eléctrico chino, que introdujo provisionalmente el pasado julio, por un periodo de cinco años tras constatar el perjuicio para la industria europea de las subvenciones ilegales de Pekín a sus productores.
«El objetivo es lograr una competencia leal y la igualdad de condiciones, y este principio ha guiado nuestra actuación», ha defendido el vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, que asegura que se ha tomado esta medida «para compensar las subvenciones concedidas a los productores» chinos, aunque la UE espera que el comercio «siga fluyendo, pero a un nivel justo». «Creemos que estos aranceles repercutirán positivamente en nuestra industria para facilitar la transición ecológica», ha agregado.
Bruselas dio el primer paso en verano para aplicar un gravamen de hasta el 35,3% sobre los vehículos chinos de batería eléctrica para compensar las ayudas ilegales de Pekín que permitían a los fabricantes del gigante asiático producir a precios mucho más bajos que sus rivales europeos.
Ahora que ha culminado el proceso formal, las nuevas tarifas que se suman al 10% que ya aplica la UE a las importaciones de coches y, por tanto, elevarán los aranceles hasta a un 45,3% para algunos de los fabricantes, entrarán en vigor este miércoles, tras la publicación la víspera en el Diario Oficial de la UE (DOUE), aunque inicialmente se preveía su aplicación desde el jueves.
En concreto, la propuesta definitiva revisa ligeramente algunos de los porcentajes que se impondrán con SAIC –el mayor fabricante del país– y los productores que no han cooperado afrontando un gravamen del 35,3% (frente al 36,6% inicial).
Le siguen Geely con un 18,8%, BYD con un 17% y Tesla con un 7,8% (frente al 9% inicialmente estimado); además se impondrá un 20,7% al resto de empresas que hayan cooperado en la investigación.
En todo caso, Bruselas insiste en que el diálogo técnico sigue abierto sobre los compromisos en materia de precios con las autoridades chinas para buscar una solución «alternativa» y fuentes comunitarias explicaron que si se llega a un acuerdo los aranceles se podrán suspender con aquellos productores que asuman las condiciones acordadas.
De manera general, el gravamen tiene una aplicación de cinco años aunque podrá suspenderse en caso de acuerdo, por lo que, al respecto, las mismas fuentes señalan que el «impacto final de los aranceles dependerá de las autoridades chinas».
En la Unión, no todos los países son partidarios de este gravamen. En la votación realizada este mes de octubre cinco países se opusieron a la aplicación de los aranceles (entre ellos Alemania), diez los apoyaron y doce se abstuvieron (España fue uno de ellos).
Dombrovskis y el ministro de Comercio de China, Wang Wentao, mantuvieron una conversación por videoconferencia el viernes pasado en la que acordaron seguir negociando un posible aumento de los precios de las exportaciones de vehículos eléctricos a la UE.
Bruselas, no obstante, quiere negociar al mismo tiempo el precio mínimo de exportación con cada una de las empresas individualmente, no hacerlo únicamente con la intermediación de las autoridades chinas y asegura que Pekín no permite el contacto directo con las compañías.
La Comisión ha asegurado que suspendería los aranceles en caso de llegar a un pacto con China durante los próximos cinco años, pero no los cancelaría, para ganar tiempo y volverlos a aplicar si Pekín incumpliese ese hipotético acuerdo, sin necesidad de volver a pedir el visto bueno de los Veintisiete.
La tensión comercial entre la UE y China ha aumentado en las últimas semanas. Bruselas ha impugnado ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) la investigación que Pekín ha iniciado contra las importaciones europeas de brandy, en respuesta a los aranceles que ha anunciado la Comisión.
También ha abierto otra sobre la importación de productos de carne de cerdo desde el bloque comunitario y de los lácteos, que el Ejecutivo comunitario también quiere denunciar ante la OMC.
La UE aprobará los aranceles a menos de una semana de las elecciones en Estados Unidos, cuyo resultado afectará a la disputa geopolítica entre Washington y Pekín, y que obligará a los Veintisiete a reflexionar sobre cómo quieren posicionarse en esa batalla.